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INTRODUCCIÓN
En el contexto actual de transformación educativa, la gestión de la calidad en los centros escolares
ha emergido como una condición indispensable para garantizar el derecho a una educación equitativa,
inclusiva y eficaz. Más allá del cumplimiento normativo, la calidad educativa se concibe como un
proceso sistémico que exige una gobernanza escolar centrada en la mejora continua, la toma de
decisiones basada en evidencia y la participación de todos los actores involucrados (Romero Fernández
et al., 2020). Esta visión, alineada con los principios de la Estrategia Nacional de Desarrollo y la Agenda
2030, posiciona la gestión como el eje articulador entre las intenciones curriculares, los recursos
institucionales y los logros de aprendizaje (Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, 2012;
Agenda 2030, 2022).
En el marco de la Agenda 2030, los principios de educación inclusiva y equitativa están alineados
con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente el ODS 4 que promueve una educación
inclusiva y de calidad. Las instituciones que implementan sistemáticamente la gestión de la calidad no
solo están en mejor posición para cumplir con estos objetivos, sino que también contribuyen al
desarrollo sostenible de sus sociedades al formar individuos competentes y críticos que puedan
contribuir en diversos aspectos Poquioma Woo et al. (2021), Quintana Torres (2018).
En América Latina, la implementación de modelos de evaluación institucional ha representado un
mecanismo clave para promover una cultura de la calidad en los sistemas educativos. Países como
México, Chile y Brasil han avanzado en la consolidación de sistemas de gestión integrados, que incluyen
tanto el seguimiento interno como la rendición de cuentas externa (Pérez Panduro y Flores, 2022). En la
República Dominicana, la adopción del Modelo CAF (Common Assessment Framework), promovido
por el Ministerio de Administración Pública (MAP), ha buscado estandarizar procesos de mejora en las
instituciones educativas mediante un enfoque estructurado y participativo (MAP, 2010; 2017).
Asimismo, la cultura organizacional dentro de las instituciones educativas actúa como un
pilar para la implementación eficaz de sistemas de gestión de calidad. Esta cultura debe estar
impregnada de principios que prioricen la calidad y la inclusión, lo que a su vez fomenta un
ambiente propicio para la innovación y el aprendizaje colaborativo (Llanos Encalada, 2020;
Rodríguez, 2013). La alineación de la cultura organizacional con los objetivos de calidad
educativa es fundamental para que se logren mejoras sostenibles a largo plazo.
No obstante, la ejecución del Modelo CAF ha estado marcada por limitaciones importantes. La
falta de formación específica del personal directivo, la débil estructuración de los Comités Institucionales
de la Calidad (CIC) y la escasa implicación de la comunidad educativa han comprometido los resultados
esperados en muchos centros escolares (Vargas Alfaro, 2024). Estas condiciones evidencian la necesidad
de estudios diagnósticos que permitan no solo describir el estado de la gestión escolar, sino también
identificar nudos críticos y oportunidades de mejora.
Adicionalmente, la inclusión de todos los estudiantes en el sistema educativo se puede lograr a
través de políticas orientadas a la mejora continua y calidad en la educación. Específicamente, los
hallazgos de varios estudios evidencian que un sistema de gestión de calidad bien implementado puede
promover prácticas inclusivas y facilitar la colaboración de todos los estudiantes, eliminando las barreras
existentes (Puma et al., 2022; Barrera, 2023). La presencia de líderes educativos comprometidos con la
calidad y la formación continua también juega un rol crítico, ya que estos líderes pueden motivar y guiar
al personal docente en la adopción (Pupo Guisado et al., 2021).
En este sentido, el objetivo de la presente investigación es analizar el nivel de implementación del
Modelo CAF en la gestión de la calidad educativa de los centros pertenecientes a los distritos 06-05 (La